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Las vacunas para PCV-2 están de camino

La reducción en la mortalidad en los lechones vacunados disminuyó casi a los niveles objetivo previos al PMWS

El síndrome del desmedro multisistémico post-destete (PMWS), conocido ahora en EEUU como PCVAD (enfermedad porcina asociada con circovirus), ha estado presente en Europa durante casi 10 años. Durante este tiempo hemos estado peleando con la epidemiología, la inmunología, el agente causal y la carencia de una vacuna realmente satisfactoria o eficaz para controlar la enfermedad. Ahora las cosas están empezando a cambiar con la aparición de vacunas frente a circovirus porcino tipo 2 (PCV-2) para lechones en Norteamérica y podemos considerar al PCV-2 bajo una perspectiva totalmente nueva.

La complejidad del efecto inmunodestructor del PCV-2 y su aparición en las granjas convencionales, que tienen un historial con elevados niveles de otros patógenos respiratorios y entéricos, nos hace dudar de la causa real de la enfermedad. Tras el problema de mortalidad aguda del 20-40% en los cerdos de engorde, si además hubiera un problema respiratorio anterior causado por el virus del PRRS, neumonía enzoótica (Mycoplasma hyopneumoniae) y, especialmente, Actinobacillus pleuropneumoniae, la mortalidad todavía podría seguir siendo elevada aunque la enfermedad per se hubiera pasado a la fase de infección más crónica en los cerdos de más edad. En grandes explotaciones de Asia, muchas de ellas tenían todavía índices de mortalidad del 15-25% en las naves de cebo, pero con niveles muy bajos en las transiciones, de alrededor del 1-2%.

En Europa, hemos adoptado los 20 principios Madec de buena higiene y gestión y hemos reducido en gran parte nuestro nivel de mortalidad hasta valores comerciales razonables, aún así, algunos grandes productores del Reino Unido tuvieron que enfrentarse a una mortalidad del 9% en las naves de cebo cuando nuestra mortalidad promedio era del 6,5% en los cebos (Fowler, 2006). Este puede ser un fenómeno del Reino Unido ya que muchos otros países presentan niveles menores de mortalidad o incluso se considera actualmente al PCV-2 como una "infección inofensiva". Yo creo que esto probablemente es un espejismo y que desde luego está ahí en el fondo. La gravedad puede variar en función del sistema y las razas empleadas etc pero me temo que, dado un entorno provocador apropiado, podría reaparecer.

Y, ¿qué es lo que ha cambiado en realidad? En Europa dispusimos de una vacuna muerta para cerdas en unos pocos países. Muchos organismos reguladores no parecían aprobarla, a pesar de estar disponible durante un tiempo, lo que hace que uno se pregunte "¿por qué no?"

Los resultados de extensos ensayos de campo realizados en Francia en 15 granjas, que incluyeron 4.800 cerdas (Auvigne y otros, 2006) describen reducciones de la mortalidad antes y después de la vacunación en cerdos de engorde y cerdos de cebo (véase gráfico 1).

Gráfico 1. Mortalidad comparativa en cerdos de engorde y de cebo, antes y después de la vacunación de la cerdas (Auvigne y otros, 2006)


Se produjo una reducción en la mortalidad de los cerdos de engorde del 4,4% al 2,6% (41%) y en los cerdos de cebo del 6,6% al 5,1% (23%), faltando poco para que fuera estadísticamente significativo. Si empleamos el valor del 2% como la mortalidad objetivo en cerdos de destete y de engorde y también en los de cebo (Muirhead, 1977), antes de que se presenten PRRS y PMWS, sólo se produce una escasa respuesta en los cerdos de cebo.

En cambio, un reciente trabajo presentado en EE.UU. (Desrosiers y otros, 2007) en el que se utilizó una vacuna para lechones en una prueba en el que fueron vacunados la mitad de los 3.850 destetados y animales de crecimiento de 19-59 días, se produjo un descenso de la mortalidad en los cebos del 9,5% al 2,4% (75%) (véase Gráfico 2).

Gráfico 2. Comparación de la vacunación de cerdas y vacunación de lechones en la mortalidad del cebo (Auvigne y otros, 2006; Desrosiers y otros, 2007)


La reducción en la mortalidad en el grupo de lechones vacunados disminuyó el nivel de enfermedad casi a los niveles objetivo previos al PMWS en los cerdos de cebo, lo que fue ejemplar y muy significativo desde el punto de vista estadístico. La piara estuvo exenta tanto de PRRS como de neumonía enzoótica.

Estos descubrimientos han cambiado mi opinión sobre la importancia simple y única del PCV-2 en la complejidad de los síndromes patológicos que observamos hoy día en las granjas. Es verdad que la enfermedad llega de diferentes formas, dependiendo de qué otros factores se encuentren presentes, pero yo creo que lo hemos complicado demasiado, porque no estábamos convencidos de que el PCV-2 fuera la causa real y de que otros factores, como el “factor X”, pudieran estar implicados.

Posiblemente, el trabajo del ensayo con vacunas de cerdas también hizo las cosas más confusas, porque las respuestas no fueron tan emocionantes como se esperaban, posiblemente, provocando más dudas sobre si el PCV-2 era el único agente primario.

Si consideramos la simple reducción de los anticuerpos maternos en cerdos de engorde (Thomas y otros, 2005), podemos ver que estos anticuerpos protectores llegan a valores por debajo del nivel límite de cuantificación y protección (relación S/P 0,2) a las 9-10 semanas de edad, posiblemente, como sería de esperar en otras enfermedades (véase gráfico 3).

Gráfico 3. Reducción de los anticuerpos maternos para PCV-2 en un cerdo de engorde (de Thomas y otros, 2005)


Esto por lo tanto permite que los cerdos que hayan sobrepasado esa edad, esto es, los de cebo, sean susceptibles al desafío con PCV-2 y esto explica precisamente lo que estamos observando en el campo en Europa, donde la mayor parte de las granjas de cerdas han desarrollado su propia inmunidad natural.

Probablemente existe otra peculiaridad, que explica la diferencia en el grado de enfermedad entre granjas y países. Tiene que haber un cierto grado de desafío viral o de infección en el cerdo para que se exprese la enfermedad clínica grave (Olvera y otros, 2004), y es probable que en granjas limpias con buena higiene el grado de desafío sea relativamente bajo, por lo que el grado de enfermedad es bajo. En el Reino Unido tenemos muchos sistemas de suelo macizo con base de paja, que tienden a aumentar ese desafío (Scott y otros, 2006) cuando ha disminuido la inmunidad obtenida de la madre.

Es de esperar que ahora puedan resolverse algunos de los mitos y la confusión sobre las infecciones de PCV-2 y con la introducción de las nuevas vacunas para lechones, podamos vencer por fin a esta terrible enfermedad y restablecer la producción porcina a su estado normal.

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